Día Mundial de la Alimentación: lo que comemos influye en nuestra salud y en el planeta

El 16 de octubre celebramos el Día Mundial de la Alimentación, una fecha proclamada por la FAO para recordarnos que la forma en que producimos, distribuimos y consumimos alimentos tiene consecuencias directas en nuestra salud, en la sociedad y en el planeta. Este año queremos poner el foco en un mensaje muy sencillo pero muy poderoso: adoptar una alimentación sostenible no solo mejora nuestro bienestar personal, también reduce el impacto ambiental y ayuda a construir un futuro más justo.
Alimentación y sostenibilidad: un binomio inseparable
Muchas veces pensamos en la comida únicamente desde el punto de vista nutritivo, pero detrás de cada producto que llega a nuestra mesa hay un impacto que va mucho más allá. La agricultura es responsable de aproximadamente el 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial, lo que significa que nuestras elecciones diarias en el mercado o en el supermercado tienen un peso real en la lucha contra el cambio climático.
Elegir productos locales y de temporada no es solo una forma de apoyar a los productores y productoras de Gipuzkoa, también implica reducir la huella de carbono asociada al transporte y al almacenamiento. Asimismo, apostar por dietas basadas en frutas, verduras, legumbres y cereales, contribuye a una vida más saludable y a una gestión más eficiente de los recursos naturales.
Reducir el desperdicio: un reto global y local
Otro de los grandes desafíos es el desperdicio alimentario. Cada año, millones de toneladas de comida terminan en la basura mientras miles de personas siguen teniendo dificultades para acceder a una dieta adecuada. Este desperdicio no solo supone una injusticia social, también implica un despilfarro de agua, energía y suelo fértil utilizados en la producción de esos alimentos.
En Gipuzkoa, desde el Banco de Alimentos luchamos cada día contra esta paradoja: rescatamos y redistribuimos cerca de 900 toneladas de alimentos al año procedentes de supermercados y excedentes de producción. De esta forma, evitamos que se conviertan en residuos y los transformamos en recursos que alimentan a miles de familias. Es un ejemplo claro de cómo la solidaridad puede ser también una herramienta de sostenibilidad.
Nuestra presidenta, Belén Mendez de Vigo, lo resume así:
“Hoy, Día Mundial de la Alimentación, queremos recordar que lo que ponemos en el plato importa. Una alimentación sostenible mejora nuestra salud y también protege nuestro entorno. Gracias a voluntarios, donantes y empresas colaboradoras, demostramos que la solidaridad y la sostenibilidad pueden ir de la mano. Adoptar pequeños gestos, como reducir el desperdicio, elegir productos locales o incrementar el consumo de alimentos vegetales, nos permite alimentar esperanza y cuidar el planeta al mismo tiempo.”
Voluntariado y colaboración: la clave del cambio
Nada de esto sería posible sin el compromiso de las personas voluntarias, que cada día dedican su tiempo y esfuerzo a clasificar, organizar y repartir los alimentos que rescatamos. También es fundamental la colaboración de empresas, supermercados y productores locales, que con su implicación hacen posible que lleguemos a miles de hogares. Esta red de solidaridad demuestra que cuando trabajamos en comunidad, podemos generar un impacto doble: social y ambiental.
En este 16 de octubre, queremos invitaros a reflexionar sobre vuestras elecciones diarias. Cada compra, cada plato y cada gesto cuentan. Apostar por una alimentación sostenible no requiere grandes cambios, sino una suma de decisiones pequeñas: planificar mejor las comidas, aprovechar las sobras, llevar una dieta más vegetal y elegir productos de cercanía.
Al hacerlo, no solo estamos cuidando nuestra salud y apoyando la economía local, también estamos protegiendo el planeta para las generaciones futuras.